El viernes 25 de marzo, gracias a las entradas que nos regaló Maribel, mi amigo Eduardo Losa y yo fuimos al polideportivo municipal David Santamaría a presenciar el partido correspondiente a la Liga Adecco LEB Plata, disputado entre el Rayet Guadalajara y el líder de la competición, el Knet La Rioja. El resultado final fue de 81-91 para los visitantes.
Tanto en la grada como en el parquet nos encontramos con viejos amigos que hacía tiempo que no veíamos. Por ello, desde el comienzo, tuve la sensación de estar en casa, como si no hubiera pasado el tiempo, y reviví aquella época en la que íbamos a ver buen baloncesto al polideportivo San José.
Arigbon intentando taponar el tiro de Swanston |
En cuanto al partido, desde el principio vimos que no iba a tener mucha historia, con una salida en tromba del equipo visitante que ejerció su condición de líder, y con un Rayet que tenía más ganas que acierto y que fue a remolque durante todo el partido. Al final del tercer cuarto se acercó en el marcador a cinco puntos con un gran Smith, pero el equipo riojano era muy superior y solventó el momento con canastas fáciles por medio de Mesa y de Sidao, un exjugador del Rayet que asustaba por su gran potencial físico, tipo armario empotrado.
Sidao y Sergio Fernández en plena lucha |
Jugó en el segundo cuarto Rubén Íñigo, que sigue resistiendo como integrante de la plantilla alcarreña y que no participó demasiados minutos; no lo recuerdo bien, pero creo que jugué contra él hace la friolera de quince años, cuando él estaba en las categorías inferiores del Guadalajara y yo en un equipo de amiguetes que se llamaba Elefer. Es un buen jugador y buena gente y le dedico la siguiente fotografía en la que está lanzando un triple (por cierto, algo les pasa al entrenador, al de la mesa, al nº4 Smith y al de la silla de detrás que se han quedado con la boca abierta).
Rubén Íñigo lanzando a canasta |
Cuando acabó el partido salimos con la sensación de haber disfrutado de un buen partido de basket y con los recuerdos renovados de nuestras gestas deportivas. Después, nos dirigimos a cenar a casa de Mati, pero esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.
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